“Yo soy la Inmaculada
Concepción”, saluda la Santa Madre a Sor Catalina aquella madrugada de Julio,
dándole a conocer su tristeza por la lejanía de los seres humanos con aquel que
nos ha creado. Con mirada suplicante
nuestra Señora sostiene en sus manos el globo terrestre, y sus
ojos al cielo elevan constantemente sus peticiones por nosotros.
“Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo ardientemente. Me
causa dolor el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se cumplan
las reglas, el que haya tanta relajación (…)” le habla
María a Sor Catalina, “Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de
mi Hijo será otra vez traspasado; correrá la sangra por las calles. La Virgen no podía hablar del dolor, las
palabras se anudaban en su garganta; tenía semblante pálido, prosigue su
relato.
La Virgen, llena de su infinito amor maternal no
quiere vernos padecer las graves consecuencias de nuestra desobediencia a los
mandamientos de Dios, por el contrario, su deseo es que, con Su intercesión, podamos
lograr la redención de nuestros pecados y la gracia de su Hijo, nuestro
Salvador. Es por ello que el 27 de Noviembre de 1830, en su segunda aparición
en la Rue Du Bac, la Reina Celestial da una directriz a Sor Catalina: "Haz
que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta
recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la
lleven con confianza".
María quiere que todos sus
hijos encuentren el camino de la redención, por eso, con sus brazos abiertos
está a la espera de que acudamos a Ella, que, en palabras de San Luis María de
Monfort “es el camino más seguro, el más
corto y el más perfecto para ir a Jesús”.
Con gran júbilo al sabernos hijos
de María, iniciemos el mes de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa con un
corazón dispuesto a amar y conocer mucho más a nuestra Buena Madre.
Deberíamos
implorar con fervor su ayuda y asistencia; pues Ella posee méritos exaltados con Dios, y está muy deseosa de asistirnos
con sus oraciones. ¡Nadie lo puede dudar! Y quien lo haga solo podría obrar con
impiedad y malicia.
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