A lo largo de su vida, Nuestra Señora tuvo alegrías y dolores. Grandes
alegrías, grandes dolores...
La cuaresma, sobre todo la Semana Santa, y hoy, el día de su fiesta, es
una época oportuna para acompañar los dolores de Nuestra Señora. Lo invitamos a
usted para estar al lado de la Virgen Dolorosa en los siete dolores que ella
tuvo. Aunque los dolores fueron muchos, no solamente siete.
Aquí están los episodios de los Santos Evangelios. Ellos formaron el
camino de dolores de la Hija amorosa de Dios Padre que sufrió en su alma
padecimientos semejantes a los de la Pasión de su Divino Hijo.
Es imposible comparar los dolores que Ella sufrió junto a Jesús. Ninguna
criatura vivió con tanto amor esos dolores. Además, ¡sólo Ella puede ser
llamada corredentora! ¡Solo Ella puede ser llamada Omnipotencia Suplicante!
Unamos nuestros dolores imperfectos a los sufrimientos de Ella.
Considerando los padecimientos de la Madre Dolorosa, encontraremos la fuerza
para soportar las dificultades de nuestro día a día, tendremos fuerza para
subir a lo más alto de nuestro propio Calvario.
Corona de los Siete Dolores de Nuestra Señora
La Corona de
los Siete Dolores de Nuestra Señora recuerda los principales dolores que la
Virgen María sufrió en su vida terrenal, culminando con la pasión, muerte y
sepultura de Su Divino Hijo. Y es junto a la Cruz que la Madre de Jesús se
torna Madre de todos los hombres y del cuerpo Místico de Cristo: la Iglesia
Católica.
Unirse a los
dolores de María es unirse también a los dolores de Nuestro Señor Jesucristo.
Al inicio se
reza el Credo, el Padre Nuestro y 3 Ave Marías. Para cada dolor de María debe
rezarse 1 Padre Nuestro, 7 Ave Marías y 1 Gloria al Padre.
Primer Dolor de Nuestra Señora: Presentación de Jesús en el Templo y la profecía de
Simeón:
Al presentar
al Niño Jesús en el Templo, Simeón los bendijo y dijo a María su madre: He aquí
que éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel y para
señal de contradicción, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos
corazones. Y una espada traspasará tu misma alma (Lc 2, 34-35)
Unidos al
dolor que María sintió en esa ocasión, pidamos fuerzas y gracias para soportar
con paciencia todos los dolores de nuestra vida y para mantenernos apartados
del pecado.
1 Padre Nuestro, 7 Ave María y 1 Gloria al Padre.
Segundo Dolor de Nuestra Señora: La Huida a Egipto
Después que
ellos partieron, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José,
diciendo: "Levántate; toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate
allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.
Entonces
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Y
estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que habló el
Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi hijo. (Mt
2, 13-14).
Unidos al
dolor que María sintió en esa ocasión, pidamos fuerzas y gracias para soportar
con paciencia todos los dolores de nuestra vida y para mantenernos apartados
del pecado.
1 Padre Nuestro, 7 Ave María y 1 Gloria al Padre.
Tercer Dolor de Nuestra Señora: La pérdida del Niño Jesús en el Templo
Una vez
acabados los días de la fiesta, mientras ellos volvían, el niño Jesús se quedó
en Jerusalén; y sus padres no lo supieron. Suponiendo que él estaba en la
caravana, fueron un día de camino y le buscaban entre los parientes y los
conocidos. Como no le encontraron, volvieron a Jerusalén buscándole.
Aconteció
que después de tres días, le encontraron en el templo, sentado en medio de los
maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se
asombraban de su entendimiento y de sus respuestas. Cuando le vieron, se
maravillaron, y su madre le dijo:
- Hijo, ¿por
qué has hecho así con nosotros? He aquí, tu padre y yo te buscábamos con
angustia.
Entonces él
les dijo:
-¿Por qué me
buscabais? ¿No sabíais que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar?
Pero ellos no entendieron el dicho que les habló. Descendió con ellos y fue a
Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su
corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y
los hombres. (Lc 2, 43-50)
Unidos al
dolor que María sintió en esa ocasión, pidamos fuerzas y gracias para soportar
con paciencia todos los dolores de nuestra vida y para mantenernos apartados
del pecado.
1 Padre Nuestro, 7 Ave María y 1 Gloria al Padre
Cuarto Dolor de Nuestra Señora: El encuentro con Jesús camino al
Calvario
Uno de los
momentos más punzantes de la Pasión es el encuentro de Jesús con Su Madre en el
camino del Calvario. Las lágrimas que María derramó, el cambio de miradas con
su Hijo, la constatación de las crueldades que Él estaba sufriendo, todo
ocasionaba un inmenso dolor en Su Corazón de Madre.
Unidos al
dolor que María sintió en esa ocasión, pidamos fuerzas y gracias para soportar
con paciencia todos los dolores de nuestra vida y para mantenernos apartados
del pecado.
1 Padre Nuestro, 7 Ave María y 1 Gloria al Padre
Quinto Dolor de Nuestra Señora: María queda de pie junto a la Cruz de Jesús
María
acompañó de cerca todo el sufrimiento de Jesús en la Cruz y asistía de pie a su
muerte: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre,
María esposa de Cleofás y María Magdalena”. (Juan 19, 25)
Unidos al
dolor que María sintió en esa ocasión, pidamos fuerzas y gracias para soportar
con paciencia todos los dolores de nuestra vida y para mantenernos apartados
del pecado.
1 Padre Nuestro, 7 Ave María y 1 Gloria al Padre.
Sexto Dolor de Nuestra Señora: María recibe el cuerpo de Jesús muerto en sus
brazos
Nuestra
Señora de la Piedad, es así como el pueblo católico invoca a María en este
momento de la Pasión. “Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en
lienzos con las especias, de acuerdo con la costumbre judía de sepultar”. (Juan
19, 40)
Unidos al
dolor que María sintió en esa ocasión, pidamos fuerzas y gracias para soportar
con paciencia todos los dolores de nuestra vida y para mantenernos apartados
del pecado.
1 Padre Nuestro, 7 Ave María y 1 Gloria al Padre
Séptimo Dolor de Nuestra Señora: María deposita a Jesús en el Sepulcro
El sepulcro
de su Divino Hijo fue el último dolor que María sintió durante la Pasión: “En
el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto había un
sepulcro nuevo, en el cual todavía no se había puesto a nadie. Allí, pues, por
causa del día de la Preparación de los judíos y porque aquel sepulcro estaba
cerca, pusieron a Jesús”. (Juan 19, 41-42)
Unidos al
dolor que María sintió en esa ocasión, pidamos fuerzas y gracias para soportar
con paciencia todos los dolores de nuestra vida y para mantenernos apartados
del pecado.
1 Padre Nuestro, 7 Ave María y 1 Gloria al Padre.
Privilegios para quien practica esta devoción:
En una
revelación particular a Santa Brígida – debidamente aprobada por la Iglesia – Nuestra
Señora promete conceder siete gracias para quien, cada día, rece siete Ave
Marías en honra de sus dolores y lágrimas:
Aquí están las promesas:
Pondré paz en sus familias;
Serán iluminados sobre los Divinos Misterios;
Serán consolados en sus penas y los acompañaré en
sus aflicciones;
Todo lo que pidan será concedido, con tal que nada
se oponga a la voluntad adorable de Mi Divino Hijo y a la santificación de su
alma;
Iré a defenderos en los combates espirituales
contra el enemigo infernal y serán protegidos en todos los instantes de su
vida;
Los asistiré visiblemente en el momento de su
muerte y verán el rostro de su Santísima Madre;
Obtuve de mi Hijo que, los que propaguen esta devoción (La de Mis Lágrimas y Dolores), sean trasladados de esta vida terrenal a la felicidad eterna, directamente, pues todos sus pecados serán borrados y Mi Hijo y Yo seremos su eterna consolación y alegría.