RECUERDO DEL DESCUBRIMIENTO DE LA SANTA CRUZ
JERUSALÉN (AÑO 325 D.C.)
HISTORIA
Santa Elena (247-327), madre del emperador Constantino, a la edad de 80 años, emprendió
en Jerusalén las excavaciones que dieron por resultado el hallazgo de la principal
reliquia de la Pasión, la verdadera cruz de nuestro Señor Jesucristo. Inicialmente se encontraron tres cruces. Como no se sabía cuál era la verdadera, en que nos redimió Jesús,
entonces, en esta incertidumbre, el patriarca de Jerusalén, san Macario, mandó hacer
oración y pedir iluminación al Espíritu Santo y luego hizo traer a una mujer enferma y
desahuciada por los médicos. A ésta le mando aplicar la primera cruz y la segunda sin ver
fruto alguno. Y al aplicar la tercera repentinamente la mujer quedó del todo sana y recuperó
su perfecta salud. Con este milagro se acabó la duda y se entendió que aquella era la
verdadera cruz en la que había sido crucificado nuestro Divino Salvador.
Cómo se rezan los mil Jesús
Esta devoción consiste en invocar el nombre de Jesús mil veces para derrotar de las
casas a las huestes del mal. Como testimonio del triunfo del bien sobre el mal se hace una
cruz de madera o de ramos de olivo y se conserva todo el año en la casa. El nombre de
Jesús significa Salvador. Éste viene del cielo. A san José se lo manifestó un ángel en
sueños (cfr. Mateo 1, 21) y a la Santísima Virgen, el arcángel Gabriel en el momento de
la Anunciación (cfr. Lucas 1, 31-33).
El poder de intervención y la majestad temible de este nombre es milagroso, porque está
sobre todo nombre y ante el cual se arrodilla todo ser, en los cielos, en la tierra y en los
infiernos. Para venerar este nombre sagrado, se hace un altar pequeño, con una cruz en el
medio, dos veladoras, flores y un poco de agua bendita. Se escribe una carta pidiéndole al
señor por los méritos de su Pasión, para que no falte nada de lo necesario en los hogares
y se pide un favor especial. Al final del rezo se quema. En una vasija se ponen 20 granos
de maíz o fríjol o piedras para contar el número de Jesús rezados.
Podemos rezar los mil Jesús con la camándula, de la siguiente manera:
Nos persignamos. Por la señal de la santa cruz...
En silencio pedimos la gracia que se quiere.
Rezamos el Acto de Contrición y el Padrenuestro.
Al empezar la decena de la camándula se dice: “Santísima cruz de mayo, mi abogada has
de ser, en la vida y en la muerte me has de favorecer. Si a la hora de mi muerte el demonio
me tentare, le diré: Satanás, Satanás, conmigo no contarás ni tendrás parte en mi alma,
porque el Día de la Santa Cruz dije mil veces Jesús”.
Se pasan todas las cuentas del rosario diciendo Jesús, Jesús, Jesús... (50 veces) y cuando
haya terminado de contar un rosario completo con un granito se va sumando y se dice
un Gloria, un Padrenuestro y la oración inicial. Y se vuelve a repetir hasta que se acaben
los granitos.
Cuando se hayan contado los 20 rosarios, se terminan los mil Jesús.
Oración final:
Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos, que, por tu Santa Cruz, redimiste al mundo.
Jesús, Jesús, Jesucristo.
Jesús, mi Jesús por siempre.
Jesús, Jesús en mi vida, Jesús, Jesús en mi muerte.
Dulce Jesús, sé mi Jesús y sálvanos.
en Jerusalén las excavaciones que dieron por resultado el hallazgo de la principal
reliquia de la Pasión, la verdadera cruz de nuestro Señor Jesucristo. Inicialmente se encontraron tres cruces. Como no se sabía cuál era la verdadera, en que nos redimió Jesús,
entonces, en esta incertidumbre, el patriarca de Jerusalén, san Macario, mandó hacer
oración y pedir iluminación al Espíritu Santo y luego hizo traer a una mujer enferma y
desahuciada por los médicos. A ésta le mando aplicar la primera cruz y la segunda sin ver
fruto alguno. Y al aplicar la tercera repentinamente la mujer quedó del todo sana y recuperó
su perfecta salud. Con este milagro se acabó la duda y se entendió que aquella era la
verdadera cruz en la que había sido crucificado nuestro Divino Salvador.
Cómo se rezan los mil Jesús
Esta devoción consiste en invocar el nombre de Jesús mil veces para derrotar de las
casas a las huestes del mal. Como testimonio del triunfo del bien sobre el mal se hace una
cruz de madera o de ramos de olivo y se conserva todo el año en la casa. El nombre de
Jesús significa Salvador. Éste viene del cielo. A san José se lo manifestó un ángel en
sueños (cfr. Mateo 1, 21) y a la Santísima Virgen, el arcángel Gabriel en el momento de
la Anunciación (cfr. Lucas 1, 31-33).
El poder de intervención y la majestad temible de este nombre es milagroso, porque está
sobre todo nombre y ante el cual se arrodilla todo ser, en los cielos, en la tierra y en los
infiernos. Para venerar este nombre sagrado, se hace un altar pequeño, con una cruz en el
medio, dos veladoras, flores y un poco de agua bendita. Se escribe una carta pidiéndole al
señor por los méritos de su Pasión, para que no falte nada de lo necesario en los hogares
y se pide un favor especial. Al final del rezo se quema. En una vasija se ponen 20 granos
de maíz o fríjol o piedras para contar el número de Jesús rezados.
Podemos rezar los mil Jesús con la camándula, de la siguiente manera:
Nos persignamos. Por la señal de la santa cruz...
En silencio pedimos la gracia que se quiere.
Rezamos el Acto de Contrición y el Padrenuestro.
Al empezar la decena de la camándula se dice: “Santísima cruz de mayo, mi abogada has
de ser, en la vida y en la muerte me has de favorecer. Si a la hora de mi muerte el demonio
me tentare, le diré: Satanás, Satanás, conmigo no contarás ni tendrás parte en mi alma,
porque el Día de la Santa Cruz dije mil veces Jesús”.
Se pasan todas las cuentas del rosario diciendo Jesús, Jesús, Jesús... (50 veces) y cuando
haya terminado de contar un rosario completo con un granito se va sumando y se dice
un Gloria, un Padrenuestro y la oración inicial. Y se vuelve a repetir hasta que se acaben
los granitos.
Cuando se hayan contado los 20 rosarios, se terminan los mil Jesús.
Oración final:
Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos, que, por tu Santa Cruz, redimiste al mundo.
Jesús, Jesús, Jesucristo.
Jesús, mi Jesús por siempre.
Jesús, Jesús en mi vida, Jesús, Jesús en mi muerte.
Dulce Jesús, sé mi Jesús y sálvanos.
Oremos: Oh, Dios, que, al recordar hoy el descubrimiento de la verdadera cruz, renovaste los
milagros de tu pasión, concédenos que por el valor de aquel sagrado leño de vida
alcancemos eficaz socorro y ayuda del cielo para la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amen.
milagros de tu pasión, concédenos que por el valor de aquel sagrado leño de vida
alcancemos eficaz socorro y ayuda del cielo para la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amen.
Fuente: Crux et Gladius
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